¿Por qué escrbir?

 Por que escribir?


Qué harías si no? A quien le arrojarias tu castillo con paredes hechas con mierda si no?

Estás contra las cuerdas. Todavía no lo sabes? El centro del ring hace mucho mucho tiempo que no te pertenece. La sombra aquella da pequeños saltos de una pierna a otra, en guardia perpetua.

Vamos, vení. De qué estás hecho?, Te prepotea. Y vos los únicos golpes que aprendiste a dar son a la nada, a la máquina de escribir y a la nada, tu sombra: tu nueva amante.

Si tuviste algún trauma que exacerbó tu comienzo, agradecelo, no seas tan ingenuo de creer que naciste con talento. Agradece todas esas negras circunstancias que te dejaron de jeta contra el suelo.  Y si no tenés la capacidad de agradecer , está bien igual...

No seas tan inocente de creerte especial porque te pasaron cosas que consideras fuertes, no te burles ni subestimes la imaginación de lo desconocido, ni su vitalidad. 

Escucho por ahí, yo escribo cuentos, yo escribo poesía, otro mas tímido yo relato. Pero si no te sentís contra las cuerdas , de nada vale tu especialización...

La fuente es siempre la misma: el inextinguible y sagrado fuego del dolor. Santificar en el. 

Si aprendiste una forma y una técnica de tu dolor,  te felicito. Un aplauso.  Ahora si sospechas que con eso alcanza...

El constante resplandor con el roce de la vida, su alquimia, el brebaje de todos los venenos humanos. Ese es el misterio primario que hace que tus manos sean garras que mancillan cualquier seda mortuoria que ose velar tu alma. Y este surtidor es difícil de contener. La técnica y la forma se acomodara a tu materia prima, ese suculento plato que ninguno de tus amigos contemporáneos se tragará, ni tu parejita on-line, ni tu vecinito educado.

Y si ellos leen lo que haces duda de su opinión, sea positiva o sea negativa, lo único fundador es el ansia de querer. No te olvides, el ansia de querer. El ansia de querer... El ansia de querer... Repetirlo y pensá:. Por que no me inculcaron ese valor en la escuela? Ya no importa: ansia querer.

La mañana te espera con un cuchillo en su mano, el cielo ese galpón con chatarra acumulada y dioses y tiempo y no sé qué más. Qué hacemos acá? Dios jamás te lo va a preguntar, ni te advierte que los segundos masacran tu existencia. No seas boludo, ya no importa si Dios existe o no, vos estás mano a mano con tus paredes ciegas, tu teléfono mudo, tu cuarto desordenado, y morir no te sale...

La calle la compartís con los fragmentos de hombres y mujeres, menos te darán una respuesta o te abrirán preguntas. Todo está dispuesto para que sea lo que es.

Leer?  Por supuesto, pero tampoco alcanza... Pero leer nos acompaña en esta aventura, en la que sólo vos te metiste, vos solo. Vos solo.

Entonces rebuscatela . Sabes el alfabeto? Te acordás algunas consonantes? Forma palabras,  frases, no esperes la razón ni la motivación adecuada. Puede haberla y puede no haberla. No culpes a la inspiración , no la hay. Si la conciencia de saber que vas a morir no te es suficiente, nunca habrá nacimiento de tu verdadero ser.

La rosa no conmueve, la flor no es bella, el amor no es maravilloso, tu padre y tu madre no son inmaculados, tus amigos no son del todo humanos (o ta vez lo son demasiado)  tu novia no lo será por siempre, tu patrón que debería morir no lo hará, y no olvides de pagar tu alquiler.

Si acá no está la inspiración, donde sino? El oro invisible es la sensación de incompletud. Rascá con tu mirada pero de los vidrios de tus ojos para adentro.

Y si cuando desarrollas un texto no te dan ganas de ir a cagar es porque no estás indagando de verdad. No te estás comprometiendo  principalmente con vos.

Otra cosa. Si aún así  seguís emperrado, no te suicides ante la menor flojera, todavía no. Decirte, todavía no, una palabra más... Y enmierdate con el sabor de tus verdaderos deseos y disputale a la muerte un rato más todavía. Decite no, una palabra más... Todavia no, una palabra más.

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