Padre

 Suena el acecho

 como avalancha que se prepara,

Padre... 

Si todos los espejos no tuvieran tus distintos rostros...

Tal vez este magma que algunos insisten en  mezclar

con agua sucia sacada de cualquier parte

estuvieran en lo cierto.

 Sí, pertecemos a cualquier parte,

 con este o aquel suceder del decir

que siempre resulta afrenta

el machacar los reveses...

Los aciertos 

al revés...

Esta esencia de  cognac nunca probado, 

esta forma de lactancia,

 de petulancia

 y de ausencia a la vez,

que siempre fuimos.

Fantasma que ronda  el origen, una casa tal vez 

 el horno de un veneno  futuro y roto

y siempre 

siempre temprano 

y próximo. 


Que  nunca supimos lo sueños respectivos

 de uno y otro 

sólo nos arrojamos retazos de espejismos calumniados

lamentos, leños de gruñidos

viejas envidias transgeneracionales,

tripas frías, 

cosas tan cosa, 

tiros a la espalda.

Unos chiquilines...

 

Disparos de otros que, a la vez, conocemos 

para bien o para mal...

y respondimos... 

 y fallecimos.


 Nos queremos tanto,

aunque todavía no sabemos por qué, 

 no sabemos 

¿Por qué nos escondimos en cabinas sin tubos de teléfono?

y nos perdimos

hasta vernos de nuevo 

como padre e hijo, en un descampado

a horas nomás de ser padre e hijo en solitario...

Así fue.

 Así es.  

Somos padre e hijo que nunca fuimos.

Porque lo somos rotundamente por el peso de la joroba.

Pero padre e hijo también son dos bestias bastardas 

encontradas en ninguna parte. Sin jorobas.

 No tienen lugar las jorobas en los que aman

pero deben perderse aunque nunca se hayan conocido...


 

Padre,

 discúlpame, nací para matar tu sueño...

para ser  una esquirla bañada en oro en tu muerte

yo me baño y recobro mi mas primigenio brillo

en el solar donde  también tengo que odiarte,

 en el  sembradero de zizaña del recuerdo...

  este temblor que me causa vivir

a mí

a tu  cautivo

al cautivo de mí mismo,


 _Por qué aún viendote presente, siento tu abandono?

_ Para que ruedes como un rubi...


_¿Te entendí tarde, padre,

ahora que los dos vamos a morir?


_ No, hijo, sólo tú vas a morir.


dijo pade.


_¿por qué tienes que beber tanto para olvidar 

lo que tienes por delante?


_ Tal vez...


_¿Yo te hago torpe

al temor  de la muerte? 

¿Yo te hago beber tanto?  


_¿Tengo que responder?

_Para eso están hechas las preguntas...


La neblina nos pasa

un morir  yo

un morir de lo que fui 

un nunca morir cuando realmente se está muriendo...


Confieso que siempre me tiré sin tu ayuda a la tumba

 No sentirme nadie,  me ayuda.

Pero ser tu estirpe

me llena  de llagas

 y el resentimiento te vanogloria

más y más y más cada segundo


y todo lo que hay después

hasta llegar al cielo

lo conocí solito

creo que crucé el acordeón que ahorca la luna

pero hay una vereda, un amanecer en cada baldosa

un sentírmetro crudo en cada vereda

perpetuo 

latente

Soy el reptlin que crece en mí, un miercoles a la madrugada.


 Padre, 

yo estoy confundido todo el tiempo

pero el que vendrá

 nunca será tu retoño en el delirio,

se invitiran a bailar en una tela de araña...

 

Yo no sé quién me invitó 

Viejo,

 si supieras qué tan astilla de tu palo soy

nos abismaríamos aún más,

incluso coincidiendo, 

terca y tierna contradicción

boba pretensión de simetría.

 

Ya no te lloro cuando no te entiendo...

Pero sé que tus huesos fundieron los mios 

aunque no se buscaron

y nunca  buscaron entenderse

sólo son arena de desierto 

Un ojala del viiento. 


Pero

el río

el árbol

este haz de sol

luna

madre

hermane,


brillan una vez 

 No más,

padre,

Brillan una vez

no más, 

en el cielo que compartimos.

Comentarios

Entradas populares de este blog

Carne de tu carne

Más real que la luna